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Naturaleza del proyecto



El ser o no ser de la escuela católica depende de cómo interaccionan los tres agentes capitales que intervienen en todo hecho educativo: el proyecto y sus contenidos, el grupo humano y sus relaciones, la organización y sus estructuras. Si se modifica uno, termina por modificarse la unidad: el proceso educativo.

Por tanto, lo primero es preguntarse: ¿cuál es la naturaleza de nuestro proyecto? Si en realidad es indistinguible de otros, entonces es un proyecto convencional. Su función consistirá básicamente en la transmisión de conocimientos formales, para lo cual se precisa un grupo con unas actitudes y motivaciones estándar y una organización única y exclusivamente convencionales.

Cuando hablamos de Escuela Católica, se supone que hablamos de un Proyecto Educativo alternativo, diferente, donde lo cristiano no es solo adjetivo o marginal, sino sustantivo, nuclear. ¿Cuánto de alternativo? Tanto más en cuanto que haga presente lo que nadie hace en materia de educación.

Esta motivación llevó al nacimiento histórico de la escuela católica en los albores de la Ilustración con un doble objetivo: el ejercicio de la caridad, mediante la enseñanza a los olvidados del sistema, y el desarrollo de una escuela evangelizadora, frente a la secularización antirreligiosa de la época.

Tan alternativo fue este proyecto, que los fundadores quisieron avalarlo con un grupo de personas de vida también alternativa: maestros con vocación a la vida consagrada y un fuerte compromiso con el proyecto y con Aquel que lo sustenta.

¿Y la organización? También alternativa: la vida comunitaria. Hoy el Hermano y el laico cristiano —miembros de la Iglesia y testigos de Dios en el mundo—, y su comunión en la misión, la animan y aseguran.

Los contenidos y las actividades educativas deben procurar organizarse e impartirse con una finalidad y un efecto madurativo. No será lo primero y más importante preguntarse ¿qué entra? cuanto ¿qué debe de hacerse con los alumnos para desarrollar su potencial de aprendizaje?

Por supuesto que queremos que nuestros alumnos alcancen muchos conocimientos, pero nos importa más cómo lo hacen, qué supone para ellos, qué sentido descubren en lo aprendido. Por eso, nuestra escuela no puede ser solo un centro de aprendizaje de conocimientos, sino un lugar en el que nuestros alumnos puedan desarrollar una estructura mental capaz de proporcionarles destrezas intelectuales suficientes como para pensar por sí mismos, y modelos conceptuales estructurados que les permitan comprender la realidad.

El mundo que nos rodea se comprende y se valora a través de las asignaturas (saberes), pero se accede a ellas desde distintos modelos de enseñanza y aprendizaje. Nuestra escuela, en la encrucijada en la que se encuentra, quiere apostar por un modelo de enseñanza renovado y propio, que, sin perder rigurosidad y excelencia, permita a nuestros alumnos, ya no solo desarrollar más y mejores aprendizajes, sino aprender a aprender, una asimilación cultural más contextualizada, integradora y significativa, en definitiva: iniciarse en un crecimiento armónico y madurativo humano-personal, social-cristiano, técnico-cultural y profesional-laboral permanentes.

Para alcanzar dichos objetivos, nuestro colegio ha desarrollado grandes esfuerzos e implementado sus recursos humanos y físicos:

  • el cuidado y aprovechamiento de los tiempos (un horario colegial y curricular amplio, actividades y biblioteca de mediodía, guardería de mañana y tarde, colegio abierto los fines de semana y períodos de vacación) y espacios escolares (aulas polivalentes, bibliotecas, clases y aulas informatizadas, laboratorio, sala de audiovisuales, salón de actos…);
  • la potenciación de los idiomas: clase y taller de inglés, clase de conversación, generalización de los Young Learners Exams de Cambridge para todos los alumnos de 3º, 4º y 5º de Primaria, asignaturas impartidas en inglés, carga lectiva superior al 35% del horario impartido en la primera lengua extranjera en Primaria, segunda lengua extranjera (francés) desde 3º de Primaria hasta 2º de Bachiller, escuela de inglés —con capacidad de desarrollar los Exams de Cambridge de KET, PET, FCE, CAE y PCE—, biblioteca de inglés;
  • el desarrollo de actividades extraescolares complementarias (escuela de verano, campamento y campos de trabajo…) y artísticas (artes escénicas e interpretación, danza y movimiento, música, gimnasia rítmica…);
  • la potenciación de la actividad física y la implementación de los espacios deportivos (dos canchas descubiertas de fútbol-sala y balonmano, dos canchas descubiertas de baloncesto, un polideportivo cubierto, un aula de psicomotricidad, un gimnasio escolar, un tatami de yudo, una piscina climatizada, una sala de preparación física…)

A todo ello, habremos de sumar —durante este curso 2014-2015, y a lo largo de los próximos cursos— el empeño por alcanzar aprendizajes y niveles académicos más altos, sustentados en la reflexión pedagógica y la programación curricular, el conocimiento del alumno y la evaluación personalizada, el trabajo en el aula y la organización personal, el esfuerzo, la actitud y la capacidad de trabajo del alumno, y el cambio de paradigma en el proceso de enseñanza-aprendizaje guiado y animado por el profesor.

Las siguientes diez medidas curriculares concretan estos objetivos:

  1. el conocimiento del alumno, su itinerario y orientación académica, tutorial y personal;
  2. el conocimiento del proceso y potencial de aprendizaje de cada alumno;
  3. la programación curricular de área y el desarrollo de las unidades didácticas;
  4. el saber para saber hacer, la aplicación de estrategias metodológicas para la resolución de problemas, el desarrollo de actividades que permitan el aprendizaje significativo y competencial —la expresión oral y escrita, la lectura comprensiva, el comentario de textos, el análisis y la síntesis…—;
  5. el rol del profesor como mediador del aprendizaje en el aula y del trabajo personal;
  6. la actitud de renovación educativa, pedagógica y didáctica continua, y el trabajo en equipo y por departamentos, por parte del profesor;
  7. la potenciación del trabajo y actividad del alumno en el aula —la organización de su tiempo, la aplicación de las técnicas de estudio, la supervisión y corrección permanentes…—;
  8. la valoración del trabajo del alumno, dentro y fuera del aula, teniendo en cuenta sus aptitudes y capacidades;
  9. la evaluación formativa continua a través de la valoración del trabajo personal, el desarrollo de controles, exámenes, trabajos, tareas…;
  10. la evaluación de competencias (contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales integrados) con exámenes, registros de observación, producciones propias, trabajos…, y su devolución y corrección —como elemento, éste último, fundamental en la motivación del alumno, el sostenimiento de su esfuerzo, la estimulación de la mejora, la corrección de errores, la ayuda didáctica, la orientación académica, el consejo tutorial…—.